En los ojos de Gustavo Petro

La primera vez que vi a Gustavo Petro fue en el foro económico realizado hace ya varias semanas en la Universidad del Norte en Barranquilla. Al terminar el evento fue difícil acercarme a él, debido al fuerte operativo de seguridad. Sin embargo lo hice: lo saludé y él, muy carismático, hizo lo mismo y sonrió. Fueron unos segundos, se montó en su camioneta y se fue. Pero no pensé en que volvería a tener un encuentro con el candidato a la presidencia de Colombia por el Polo Democrático.

Hace unos dias recibí un correo de mi jefe indicándome que debía entrevistar a Petro durante su visita a la ciudad. Sin dudarlo acepté y cuadré los detalles para entablar una conversación con el candidato más polémico entre la baraja de hombres y mujeres que postularon su nombre al cargo más importante del país. "¿Qué le voy a preguntar?", pensaba una y otra vez. 

Decidí no pedirle consejos a mi papá. Esta vez quería hacer otro tipo de entrevista, pero las cuestiones de tiempo y espacio no permitieron que esto fuera así. Gustavo Petro, costeño de nacimiento y cachaco de corazón, siempre ha sido de mis senadores favoritos y de los personajes mas destacados en la política colombiana (Si me preguntas, es para mí el candidato con mejores ideas para desarrollar si llegara a ser presidente). Sus polémicas y debates que iniciaba en el Congreso eran fascinantes. No me despegaba del televisor cada vez que intervenía y siempre pense en que era una persona perfecta para tener de profesor. Todo un personaje.

El día de la entrevista llegó. Como toda agenda se retrasó media hora, tiempo suficiente para ordenar las preguntas y manejar el modo en que sería planteadas. Pedí sugerencias a mis seguidores en Twitter, quería que también ellos participaran en la conversación. Petro llegó, acompañado de varios asesores y lideres del Polo de Barranquilla. No habia una sola mujer. Todos eran hombres. Su vicepresidenta no venía con él: estaba en una concetración popular en la Plaza de la Paz. 

"Buenas tardes", dijo. Yo extendí mi mano y le respondí "Señor Petro, un gusto verlo de nuevo". "Sí. Sí te recuerdo. Fuiste el que me saludo el día de la Norte. Tú y otro amigo tuyo.. uno moreno". "Claro claro" le dije. Ese amigo era Daniel Mulford, quizás la persona mas apasionada en temas políticos que haya visto. Más apasionado que yo incluso. Ese día él quería conocer a Gustavo Petro, como si fuera una estrella de rock o un actor famoso. Más alla de eso, quería conocer a su ídolo en política. El que ha influenciado parte de sus ideas en la construcción de lo que Daniel afirma como "El nuevo país".

"Nos sentamos", le dije, pensando en que el debía asistir rapido a sus otros compromisos teniendo en cuenta que llego media hora tarde a la cita. Tomo asiento, se peinó con un pequeño cepillo que saco de su bolsillo, cero maquillaje y ni una gota de sudor.

Para abonar el terreno le pregunté por la campaña en la región Caribe. No lo pensó ni dos veces y contesto cuando feliz estaba por el recibimiento y la acogida de sus coterráneos costeños que, segun Petro, no los defraudarán en la primera vuelta presidencial este 30 de mayo. Era inevitable que teniendolo sentado en la mesa no le preguntara sobre su opinion ante distintos temas del acontecer nacional. 

Primer dardo: Juan Manuel Santos propuso que la escogencia del Fiscal general de la Nación sea por parte de la Rama Ejecutiva. Petro cambio la expresión de su cara. Ya no iba a hablar de su campaña, iba a expresar su punto de vista al que, quizá, es uno de sus mas criticados personajes. Los ojos de Petro cambian de dirección. Ya no mira a la cámara. Ahora pone su objetivo en mis ojos, como punto de apoyo tal vez. Pero su mirada era permanente. Como lo que yo quería: una conversación. Tal vez yo no sea amigo de Petro. Esta era la segunda vez que lo veía en persona y la segunda vez que me veía.

Tercera pregunta: Se acercaba el día del maestro ¿Cual es su política hacia los educadores?. La cara y mirada cambian de nuevo. Los maestros para Petro son como los jóvenes para Antanas Mockus. Son un punto vital y primordial en su campaña, luego que hayan sido golpeados por las injustas políticas educativas del actual gobierno. Petro propone que se acabe el ascenso de escalafones por concurso y dice que deberia ser por méritos para evitar "la carrera de caballos que tenemos ahora mismo en el país. Un maestro se tira al otro y terminan ganando los que tienen conexiones".

Cuarta y última pregunta: La vergonzosa, deplorable y a la vez estúpida propuesta de Roy Barreras de ofrecerle al presidente Álvaro Uribe una curul vitalicia en el Congreso de la República. Esta, debo confesar, era para mí la respuesta más esperada de la corta conversación. Mi mirada a sus ojos se volvió mas fija y más agresiva. Sin vacilaciones ni tiempo de espera, Gustavo Petro ni tomó aire para contestar la frase que quedará en mi mente como uno de los momentos mas emocionantes en mi carrera de periodista: "A la última persona que le ofrecieron eso fue a Pinochet", recostándose a la silla, poniendo la mano en su barba y jugando con su Blackberry. "Listo, eso es todo", dije, con un cierto nivel de satisfacción. Tenía la noticia. Tenía la frase, pensé. 

Petro se levantó, estiró su mano y agradeció el espacio. "Tiene varios seguidores en su Twitter", le dije, a lo que respondió: "Soy el único candidato que les responde" (Y tiene toda la razón. Mockus con todos los que tiene no responde ni a medio.) "Lo dejo porque voy tarde. Espero verlo en la Plaza", me dijo Petro, esta vez conversando por el chat de su Blackberry.

Fueron 5 minutos de entrevista más 2 minutos al ingresar y salir de los estudios del noticiero. Los ojos de Gustavo Petro son también una señal de cómo actúa, de cómo piensa y cómo reflexiona sobre el acontecer nacional. Un hombre visionario, trabajador y muy frentero, con un discurso bastante interesante y para nada complicado.

A pesar de sus grandes ideas, me genera un malestar que esté "satanizado" por los medios del país por su pasado en las filas del famoso M-19 en un país que, cuando le conviene, no olvida el pasado. Pero si olvida que hace 2 años el escandalo más grande en las Fuerzas Militares en esta parte del siglo XXI se desató, generando denuncias, rechazo, repudio y hasta renuncias en altos mandos del ejército nacional y que, su responsable, es hoy competencia de Petro en la carrera por la Casa de Nariño.

"Oh gloria inmarcesible, oh júbilo inmortal..."