13 de junio de 2010

Miranda Priestly

-Aquí les va un artículo especial que escribí para el blog "Confesiones de una mente peligrosa" de mi gran amigo Cristian (@Alquimista219). Hope you like it.
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Hay mujeres que me dejan asombrado: Cantantes, modelos, presidentas y ministras. Escritoras, profesoras y madres cabeza de familia. Pero si hay una que me ha dejado boquiabierto por su sarcasmo y su crudeza ha sido la gran Miranda Priestly, interpretada por Meryl Streep en "The devil wears Prada".

Miranda es perfecta. Es la mujer 10. Es el mismísimo demonio en tacones, y el solo hecho de ser el menos deseado de los personajes en el mundo la hace llamativa frente a mis ojos. Miranda es frívola, déspota, arrogante y azul. Maneja níveles de humor oscuro y voraz, combinados con una pizca de ironía, diría yo, innata. Miranda sabe lo que quiere y te hace cambiar de parecer. Es detallista y perfeccionista, pero a la fuerza. Y lo digo porque su entorno se lo exige: El mundo de la moda es más conocido por las pasarelas y flashes, pero pocos prestan atención al backstage, lugar donde está la acción, el sudor y las lágrimas. ¿Y quién no lloraría con los insultos de Miranda Priestly? Hasta el ser humano mas firme se debilitaría ante su mirada de "Muérete" que impregna y transmite en sus ojos ya cansados y que esconden su verdadero mundo.

Miranda también llora, es débil y frágil. Miranda le teme al escarnio público, al "qué dirán". Es suceptible, es temerosa. ¿Y es apenas lógico no? Es un ser humano. La vida me ha enseñado que los que matan al tigre le salen huyendo al cuero. Y no es por justificar su actuar, es por su naturaleza. Miranda es un personaje de carácter, de armas tomar. Pero en su interior está sola. Debe ser interesante tener una personalidad como la suya. Digo, ¿no han querido insultar a alguien? ¿Dominar con un dedo al resto? ¿Sentirse superiores? Muchos lo hacen. Le llaman poder, creado ante el miedo de personajes que aparentan rigidez de barra de acero pero es fácil de desaparecer como una burbuja.

A Miranda no la quiero ni como madre, ni como amiga y mucho menos como jefa. Yo a Miranda la admiro y respeto... pero sentado en una silla con una Coca-cola y pop corn en la mano y delante de la pantalla...

Miranda, oh Miranda Priestly, de buenas maneras, maldita seas entre todas las mujeres...

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