11 de agosto de 2011

Reflexiones del Mundial Sub 20 en Barranquilla

5 partidos eran suficientes para mantener la fiesta mundialista en la Puerta de Oro de Colombia. Si hoy hiciéramos un balance de cómo nos fue como anfitriones, el resultado sería muy distinto al utópico lema que nos identificó ante el país.

¿Ciudad Feliz? Ciudad de peleas, discusiones y críticas que no van a ningún lado. Eso es Barranquilla. Revisemos el cubrimiento periodístico y lo que más se comentó entre la gente en el Mundial Sub 20 en nuestra ciudad: los turistas anunciados jamás llegaron, las prostitutas en los burdeles se quedaron con sus tangas  sin estrenar, los exagerados precios en la cafetería del estadio, los alrededores del Metropolitano llenos de barro, y para colmo de males una polémica que no para por el desastre que generó el show de inauguración del Mundial el 29 de julio.

No nos digamos mentiras, eso fue lo que nuestra ciudad habló y discutió. Ahora, veamos lo que deja para las otras ciudades: en Medellín coincidió con la Feria de las Flores y el final de Colombiamoda, dos eventos ícono de la capital antioqueña; en Cali los campeonatos de salsa; en Pereira los niños entrenando en las escuelas, las modelos y artesanías; y en Bogotá los turistas (que allá si llegaron) para apreciar el torneo orbital.

Pero en Barranquilla, a pesar de los esfuerzos para mostrar una variada y excelente agenda cultural, eso no importó: nos enfrascamos en que la inauguración era el único evento importante, y cuando pasó lo inesperado el ambiente se acabó. El show era un papel clave, pero la ciudad jamás se envolvió (y creo que también fue un común denominador nacional) en la “fiebre mundialista”.

Bien por los asistentes al Estadio Metropolitano, por el excelente comportamiento y el entusiasmo dentro del recinto deportivo. En asistencia, a pesar de tener solo a Brasil como figura y atractivo de taquilla, cumplimos ante el país. Pero como lo negativo pesa más, nunca nos importó discutir frente a todo un país los errores que cometimos por la improvisación (porque si la hubo) en organización. Los trapos sucios se lavan en casa Barranquilla, pero se lavan con discreción, sin necesidad alguna de que el vecino se percate del ruido mientras restriegan en el lavadero.

El mensaje de Ciudad Feliz falló. Al final mostramos conflictos producto de la envidia, la cizaña y el chisme, sumado a la falta de sentido de pertenencia por tratar de destacar siempre lo malo. Solo me bastó ver el manejo de los medios capitalinos sobre el gramado del Estadio El Campín: a pesar de haber colapsado y que las graderías se llenarán de agua, solo fue noticia de un día. Entre bomberos no se pisan las mangueras. Es un compañerismo sucio que, al final, les sirvió.

Ya no se vale llorar sobre la leche derramada. Ya todo acabó. El telón del Sub 20 cae con la esperanza de que la asistencia al Metropolitano fue muy buena y que, esperamos, sume puntos para ser la sede de la Selección Colombia de mayores con miras al Mundial de Brasil en 2014. Podemos mejorar Barranquilla, solo es cuestión de escuchar y saber actuar.

2 comentarios:

  1. Coincido en muchas cosas! Lo manifesté varias veces aquí y digo orgullosa que fui una de las responsables de parar ese tren de críticas de la inauguración en mi sección. El ejemplo del Campín es la prueba más clara: no se habló más de la cuenta. Porque no nos hemos dado cuenta que la única región donde le echamos agua sucia a lo nuestro es aquí. Porque aunque la clausura, que será en Bogotá, sea un desastre tres veces peor que la inauguración, el comentario no pasará de ser algo filtrado en los medios. Ojalá, si eso pasa, nosotros aquí le demos tan duro como le dimos a Rossana Lignarolo o a la gordita con la que tu jefe está obsesionado ;)

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  2. De acuerdo, la verdad es que Barranquilla aún no asimila que tiene un MUNDIAL en casa. El comportamiento ciudadano estuvo distante del slogan y ahora queda analizarse y tratar de interesarnos en temas que no sean provocadores de envidia y seguir intentando ser Ciudad Felíz o el mejor vividero del mundo, quizá...

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