Acabado el circo mediático que generó la patada de un jugador del Pereira a la lechuza omnipotente y responsable de todos los exitos del Junior de Barranquilla, mito generado gracias al show, es hora de exponer lo que veía en esos días donde un animal era el centro de atención, discusión y polémica de todo un país.
Si. Como ser humano duele que este tipo de situaciones se presenten: la respuesta de Luis Moreno no fué la adecuada, más aún teniendo como testigos a miles de televidentes (como yo) que vimos el brutal golpe que propinó al animal como si se tratará de un balón más. ¿Y después de eso que?. En Colombia sufrimos de un mal que poco a poco acabará con los ciudadanos: cogemos una noticia, la llevamos a la sobre-exposición generanado que los medios de comunicación hablen y opinen las veces que sea necesario sobre el tema, y, cuando no hay más nada que hacer, lo tiramos a la basura y sabrá Dios si en un futuro se volvera a tratar. Así pasó exactamente con la lechuza. No me vengan con el cuento estúpido de "Es que la lechuza fue el símbolo del maltrato animal en el país" porque animales muertos de manera cruel hemos visto y muchas veces. La diferencia de este con los demás es que tuvo transmisión por televisión. ¿O quién es la voz de los burros y caballos maltratados en el centro de Barranquilla? ¿De las iguanas que son "rajadas" para sacarle los huevos y luego dejadas moribundas? ¿De los perros y gatos que mueren atropellados por los automóviles? ¿La lechuza? JAMÁS.
Este es un país con memoria a corto plazo. Cuando Luis Santiago, el niño de meses de nacido fue secuestrado y asesinado por su padre todos caímos en el sentimentalismo, hasta el punto de que Gilma Jiménez salió en defensa de los derechos de los niños y niñas recogiendo firmas por todo el país. ¿Y se acabó el problema? Miré usted como quedo desprestigiado el famoso referendo contra los violadores de los niños. Y asi pasará con Silvestre Dangond...
¿Quien se acuerda hoy de la lechuza? Probablemente Luis Moreno y su familia y uno que otro que quedó marcado ante el suceso. Vale la pena mirar hacia atrás y analizar si el escándalo valió la pena, si la sanción al jugador fue justa y más importante aún si la mentalidad hacia el maltrato a los animales en el país cambió ante este hecho. Solo así sabremos si el indefenso animal murió para ser símbolo de una realidad, o fue un simple aprovechamiento de rating y morbo característico de los shows mediáticos en Colombia.
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