- Ya vas a ver como van sanando poco a poco tus heridas. Ya vas a ver como va la misma vida a decantar la sal que sobra en el mar -
¿De pelea? No lo creo. En tregua más bien. No lo recuerdo, pero creo que hace tiempo no teníamos un encuentro como el de ayer. Uno entre tú y yo. ¿Solos? Imposible. Te gusta demostrar dominio. Te gusta abrazarme por completo, mientras acaricias la planta de mis pies, incitándome a caer, a tener más ganas de ti.
Me sumerjo en tu pura y diáfana inmensidad. Te entrego mi ser, mis secretos. Mis miedos y pensamientos. Los escuchas, me ves llorar y reír mientras me arrullas y sostienes entre la serenidad de tus amplios espacios y el deseo de convertir tus ganas de amar en la anestesia que me hace olvidar que tú y yo sufrimos al estar separados.
Al irme lo impides. Tú no quieres y yo tampoco, pero asi la vida lo decidió. Me amarras, y de manera desconsolada cubres mi cuerpo con tus lágrimas, obligándome a no olvidarte. No te quiero dejar, no quiero pensar en un segundo que pasará mucho tiempo sin saber de ti. Porque tú eres así: cálida y pasajera, pero con la capacidad inmensa de dejar en mi una marca indeleble que al verla me hace pensar en lo bonito de navegar por tu figura.